Nos quejamos todo el rato; tú me arrojas la almohada cuando insisto en despertarte por la mañana, esa absurda manía mia de que algún dia llegues a tiempo al trabajo... Yo bostezo y me hago la dormida por las noches, y protestas porque te arrastro a la cama en lugar de dejarte "trabajar" un poco más, jugando con el ordenador, medio a escondidas. Te pongo un libro en la mano y te pido que me leas algo, y cuando me duermo, me acaricias el pelo y sigues leyendo dos o tres horas más. De modo que mi astuta treta no da resultado y trato de levantarte lleno de sueño por la mañana.
Nos quejamos del derecho y del rehen; a mi madre y a tus amigos, que se hacen los locos y no se toman nada en serio y nos cobran contándonos sus penas que son siempre más importantes que las nuestras. Nos quejamos constantemente; yo me quejo porque no quedo sabrosa la cena y busco en la queja un poco de ternura, que tú me digas que nada importa, que cocino como uno oso pero que me quieres y eso basta; pero pasan los días y el piropo no llega y pasan los días señalados sin unas flores o sin que te acuerdes de que hoy es un año, dos, siete... Y de pronto te enfurruñas porque hace dos días me dejaste una nota debajo del jabón del baño que yo no encontré.

Y las notas en la nevera, como esta, con corazones ridículos dibujados con la mano izquierda mientras con la derecha agito la bolsa de basura antes de librarme de ella y de pensar en terribles insultos con los que quejarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario