viernes, 25 de febrero de 2011

Ven, vámonos.

Hola, cielo. Ya no somos niños, y nuestros juegos tienen poco de inocente. Ya no somos amantes nuevos y, poco a poco, descubrimos una habilidad que desconociamos para hacernos mal. Tú sabes escaparte con escusas, cambiando de tema y olvidando enseguida lo que te parece desagradable; ojalá tuviera yo esa capacidad. He sido siempre la responsable, la seria, la mujer gris junto a mister maravilla; la mosca cojonera que arruinaba tus gamberradas. Y ahora vamos a cumplir con nuestro papel, cada cual, con el suyo. Y el mío es cerrar los ojos y preguntar cuándo fue la ultima vez que nos escapamos sin planes un fin de semana; la última antes de caer derrotados frente a la televisión, y las partidas con los amigos, y los informes que no te dio tiempo a acabar el viernes.
¿Cúando fue la última vez que derrotamos el aburrimiento obligatorio del domingo?, porque antes, no era así; te metías unos billetes en el bolsillo y cogiamos el coche y no regresabamos en dos días; justo a tiempo para arrancarnos la mugre con una ducha y correr al trabajo.
Antes te colabas en el cine y me esperabas dentro y te reias de mi porque yo no tenía el valor para seguirte sin entrada. Antes cocinabamos recetas de un libro que trajiste de Marruecos y acababamos con una sopa de sobre y tostadas con queso. Se te está escapando la alegría y yo no se como evitarlo. No puedo ser tú y yo al mismo tiempo, y no dejo de pensar que no entra en mis planes tolerar que la vida que comparto contigo, está vida que tiene sentido solamente porque tú la compartes conmigo, comienza a a envejecer. Piensa que el tiempo pasa, imagina que tenemos de pronto 70, 80 años; piensa en que apenas podremos movernos, te pesarán las piernas y la piel se te habrá arrugado; te  harán falta gafas para todo. La vida se hará de pronto muy complicada, como un embudo que nos tragara hacia atras.
¿Qué recuerdos podremos tener entonces?, yo te recordaré tomando champagne a escondidas en el cumpleaños de mi hermano, te recordaré saltando de balcón en balcón el dia que olvidaste las llaves; me recordaré bailando contigo, con el vestido azul que a tí te gustaba. Nos recordaré llorando en el intierro de tu madre. Y quiero llenar el resto de años que nos quedan de recuerdos, quiero crear ahora la vida que luego será pasado, no que una laguna plácida y quieta se extienda de aquí a allá. ¡No es esto lo que quiero!. Como ya no somos niños, como todas las capacidades y la fuerza, y el valor, todo lo que poseemos lo conocemos ya, ven, ¡habla conmigo!, vamos a convertirnos en viejos.

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